TU OPINIÓN CUENTA!

Escribe tu artículo, reflexión, noticia, o lo que desees compartir a UNIVERSITARIOURUGUAYO@GMAIL.COM

jueves, 8 de septiembre de 2011

Decano Luis Leopold: Debemos cuidarnos del discurso liviano que psicologiza la vida social




El Portal de la Universidad conversó con Luis Leopold tras su designación para un segundo período al frente del decanato de la Facultad de Psicología. Algunos asuntos son universitarios y un par de ellos son también, al mismo tiempo, temas de interés social que involucraron en los últimos días a la Facultad de Psicología y a su decano.

La situación de la educación y en especial la formación de los estudiantes, su desvinculación y las medidas específicas para afrontar esta problemática, fueron analizadas por el Consejo Directivo Central (CDC) de la Universidad el pasado 29 de agosto. En la reunión, según relata El País, Luis Leopold manifestó entre otras cosas que, ante el enorme crecimiento de la matrícula secundaria y universitaria, "un aporte intelectual al conjunto de la sociedad es decir que estamos ensayando, y que básicamente no tenemos ni idea cómo (el problema) se enfrenta".

También recientemente, comenzó a aplicarse el Plan de Prestaciones en Salud Mental que obliga a las instituciones de asistencia médica a prestar atención psicológica. Dicho Plan ha sido motivo de críticas y elogios. Según explicó el decano, la Facultad de Psicología estuvo interesada pero no incluida por el Ministerio de Salud Pública (MSP) en el proceso de definición de esta política.

En lo que refiere a la vida universitaria, cabe destacar la presentación por Leopold de un documento que da cuenta del proceso de la Facultad de Psicología en los últimos cuatro años, y marca los lineamientos para el período 2011-2015, subrayando que se enmarcan en el contexto de la Reforma Universitaria (RU).

En el balance del período, el decano afirma que en líneas generales es muy positivo, reconociendo que no han sido cuatro años de homogeneidad ni de plena sintonía, que hubo conflictos y distintos puntos de vista, y que el mérito principal de la gestión es haberlos resuelto con conversaciones permanentes. Enfatiza que el proceso de transformación que transita la Facultad fue planteado como un proyecto inclusivo “en el que los integrantes no debíamos tener asegurado un lugar o un rol a futuro en la Facultad en construcción, pero que sí teníamos que tener la oportunidad de cambiar, de aprender cosas nuevas que nos permitieran ocupar esos nuevos roles”.

¿Cuál es el diagnóstico que lleva a proponer una transformación de la Facultad? ¿Hacia qué se transforma?

La Facultad de Psicología estaba principalmente limitada a las tareas de enseñanza, con una impronta importante de actividades de extensión, pero con una carencia enorme de desarrollo de actividades de investigación. Esa combinatoria de las funciones, en un contexto de una gestión sumamente empobrecida desde todo punto de vista –en la gestión de los espacios, de los procedimientos, de los procesos, de los tiempos de estudio y trabajo- generaba un proyecto universitario con muchas dificultades. Además, la función de enseñanza estaba sumamente acotada y repetitiva. Necesitábamos que la enseñanza, la extensión e investigación se retroalimentaran. Básicamente teníamos mucho trabajo de extensión y de enseñanza, con expresiones testimoniales de investigación, y entonces el trabajo de extensión y de actividades en el medio se nos iba como agua entre los dedos, porque no teníamos instaladas acciones concretas para lograr producir conocimientos a la altura del trabajo que se realizaba en enseñanza y extensión.

El enfoque de la trasformación de la Facultad en función de la RU apunta entonces a la integralidad de las funciones universitarias.

Sí; para el proceso que la Facultad comenzó en 2007, el contexto de la RU fue como un salvataje. La Reforma en gran medida salvó a la Facultad. Le dió impulso, le dió respaldo y posibilidades, le mostró otros horizontes.

La RU parece poner especial énfasis en incluir las actividades de extensión en la currícula del estudiante y en la programación académica. En la Facultad de Psicología de algún modo es al revés: estando las actividades de extensión ya desarrolladas, ¿el asunto era cómo hacer para incluir la investigación?

Sí; somos una facultad que forma parte del área Salud de la Universidad desde una posición particular, ya que tenemos muchos desarrollos que nos vinculan plenamente con el área social, pero somos un miembro pleno del área Salud porque estamos dentro de las disciplinas y profesiones que están ocupadas, entre otras cosas, en el cuidado y atención de los otros. Formar gente, investigar y trabajar estos temas, implica un trabajo cuerpo a cuerpo con otros, que son agentes sociales, grupos comunitarios, organizaciones, sindicatos, empresas, escuelas, todo tipo de colectivos humanos que demandan y que hacen que la Psicología participe en la construcción de tecnologías que implican un trabajo cuerpo a cuerpo.

La formación de gente en el campo de la psicología y de la salud implica muchas horas semanales de trabajo con los estudiantes. Eso, muchas veces, dificulta generar el proceso de sistematización y de elaboración conceptual a partir de esas experiencias. Hoy, en el mundo, la investigación en el campo de la salud presenta muchas dificultades, porque en todas partes los psicólogos están fuertemente ubicados en actividades de asistencia, comunitarias, sociales.

Si no hay un proyecto político–académico claro, que impulse conjuntamente con estas actividades el desarrollo de la investigación, entonces, por problemas presupuestales, culturales y político-institucionales, la investigación pasa a un segundo plano. Y junto con eso pasa a un segundo plano toda la dimensión de la extensión, al reducirse a un componente muy importante pero muy acotado, que es la asistencia.

¿A qué sectores de la población cree que la Facultad puede aportar desde la creación de conocimiento?

El estudio y la práctica profesional de lo psicológico ligados a la dramática humana es de amplio espectro. Es decir, la dramática de las vicisitudes humanas, de cómo vivimos los sujetos y los colectivos, implica un abordaje multidisciplinario, con una participación muy amplia de la psicología.

En los últimos años, el desarrollo de las políticas públicas y sociales ha permitido un desarrollo de las prácticas profesionales psicológicas muy importante. El desafío nuestro quizá sea mejorar esas condiciones desde el punto de vista del mejor reconocimiento de la disciplina y de la profesión. A su vez es muy importante que la Facultad pueda ampliar ese espectro de posibilidades. La psicología en nuestro medio es conocida fundamentalmente por su trabajo clínico; su desarrollo clínico es una seña identitaria, pero no es la única.

Desarrollar solventemente otros campos de actuación de la psicología para que puedan lograr otro nivel de reconocimiento tanto en la interna de la disciplina y la profesión como en la sociedad toda, es una tarea importante. Me refiero al desarrollo de la psicología social, del trabajo comunitario, de la actuación a nivel del mundo del trabajo. Los desarrollos de la psicología en el país tienen tantos años como los desarrollos vinculados a la educación. Por eso, la construcción de una nueva arquitectura del sistema de educación en Uruguay plantea la posibilidad de que la psicología aporte en ese sentido. No debemos concebir la psicología en la educación solamente en el ámbito de la educación primaria; está planteado también la aplicación en la enseñanza secundaria y en la formación de adultos.

Las formas de aprendizaje y de socialización de los jóvenes, ¿son asuntos identificados por la Facultad como problemáticos, que pueden estar trastornando el rendimiento de los jovenes en el sistema educativo?

La respuesta es sí; sin duda. La Facultad tiene un Instituto de Psicología, Educación y Desarrollo Humano. Nosotros tenemos un rol a jugar en la situación de los adolescentes y jóvenes; de hecho practicamente todos nuestros Institutos trabajan en proyectos que tienen que ver con adolescentes y jóvenes de nuestra sociedad. Ahora, creo que tenemos un problema enorme, y lo digo no para quitarnos responsabilidad, sino para asumir toda la responsabilidad que sea necesaria. Yo diría que lo primero es reconocer que estamos teniendo muy poca capacidad de entender el desarrollo adolescente y juvenil en el país. Creo que es lo primero que la Facultad tendría que decir. Estamos intentando y trabajando todos los días y logramos algunos resultados, pero todos los días nos damos cuenta que tenemos concepciones, propuestas, que fracasan. Creo que el país y el sistema educativo están en una oportunidad, pero en el ámbito universitario y en el nuestro de la Facultad tenemos que asumir que las dificultades para entender e intervenir del mejor modo el mundo adolescente y juvenil, son enormes. Insisto que esto no es para quitarnos responsabilidad, sino para que quede claro dónde estamos parados.

Hace poco se creó la dirección de la Licenciatura en Psicología, y la respectiva Comisión de Carrera. ¿cómo funciona esto dentro del cogobierno, cómo se articula con el decanato, cómo se inserta en el organigrama de la Facultad?

Es una experiencia que está funcionando muy bien. Nuestro servicio ha venido trabajando desde el año 2008 en diálogo con la Comisión Sectorial de Enseñanza, tratando de recoger los últimos desarrollos en las concepciones académicas, organizativas, pedagógicas, vinculadas a la enseñanza. Por lo cual muchas de las iniciativas que se estaban desarrollando en otros servicios y/o que se plasmaron en la ordenanza de grado aprobada por el CDC (el 29/08/11), forman parte de un camino que propusimos transitar a la Facultad ya en 2009. Muchas veces hemos pedido ayuda, sin ser acríticos, pero viendo cuáles son consideradas buenas prácticas en otras facultades, en otros servicios de la Universidad, tratando de no inventar el arroz con leche.

Crear la Dirección de Licenciatura, la Comisión de Carrera y la Comisión de Grado, en un servicio que hoy tiene una única carrera de grado, nos permitió, entre otras cosas, que no se nos generara la confusión de la parte por el todo. Muchas veces el Consejo de la Facultad trabajaba permanentemente dedicado a asuntos de la gestión del grado, y lo hacía mal. Con la creación de la Dirección de Licenciatura y de la Comisión de Carrera, que es cogobernada, hemos logrado un ámbito en el cual se trata el funcionamiento cotidiano de la licenciatura, en coordinación con el Departamento de Enseñanza, con la Unidad de Apoyo a la Enseñanza, donde se busca resolver dificultades y anticipar escenarios para evitar dificultades. Todo en un clima que los docentes viven como un escenario más ordenado y donde los estudiantes tienen, desde el centro de estudiantes, un posicionamiento de trabajo muy responsable, muy sistemático, muy exigente, que viene funcionando muy bien.

Nosotros trabajamos mucho para que la designación de la Dirección de la Licenciatura por parte del Consejo fuera en alguien que presentara determinadas características que ayudaran a la tarea: que tuviera alto reconocimiento en la institución, que fuera valorada por su capacidad de diálogo y de trabajo. Definidos esos criterios iniciales, el colectivo procesó durante meses la aprobación de las funciones de la Comisión de Carrera y de la Comisión de Grado y, finalmente, la asignación de esa responsabilidad por dos años, que es el período previsto. La designación de la profesora adjunta María Ana Folle ha sido un punto fuerte de este proceso.

En estos días las instituciones privadas de asistencia incorporaron a su oferta de servicios la prestación obligatoria de atención psicológica. ¿Cómo evalúa usted esto?

Lo primero que hay que decir es que es una muy buena noticia que en el marco del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) se establezcan pautas claras respecto a la atención psicológica. El posicionamiento de la Facultad debe ser, en primer lugar, la consideración del colectivo social: los ciudadanos, los distintos actores sociales, tienen derecho a tener acceso a prestaciones psicológicas dentro del sistema de salud.

Dicho esto, hay que decir también que en realidad nosotros no hemos participado en el diseño de la propuesta. Hemos tenido en su momento intercambios con el ex ministro de Salud Pública, Daniel Olesker, y con las actuales autoridades. Hemos planteado claramente por escrito que nos parece que la propuesta tiene dificultades para definir con precisión cuáles son las prestaciones psicologicas, y esto quizá hubiera podido resolverse con más elementos si se hubiera hecho una consulta expresa a la Facultad de Psicología.

En estos días, no sé con qué alcance, las organizaciones prestadoras de servicios han hecho saber que no pueden hacerse cargo de este nuevo servicio, que sería imposible incorporar más prestaciones si no se incorporan al mismo tiempo nuevos recursos. El SNIS le ha entregado muchos recursos, millones de dólares, a las organizaciones prestadoras de servicios.

Considerando el momento en que me realizan la pregunta, debo decir que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Nosotros podemos tener discrepancias respecto a las prestaciones que están establecidas, cómo se instrumentan, cómo las ha calificado y categorizado el MSP, pero no vamos a participar de ningún planteo acerca de que las organizaciones prestadoras de servicios necesiten de una nueva inyección presupuestal para que las prestaciones psicológicas se puedan concretar.

Este es un asunto que está lleno de contradicciones. Hace ya mucho tiempo que tenemos un diálogo con las actuales autoridades del MSP, y con el director de Salud Mental, el colega, Hebert Tenenbaum, en la línea de construir colectivamente mejoras a la propuesta, y nosotros trataremos de aportar todo lo que nos sea posible. En medio está la discusión de cuándo empiezan las prestaciones, y qué prestaciones empiezan, pero no me parece que las organizaciones prestadoras puedan seguir tirando a un costado las responsabilidades que tienen que asumir con las prestaciones de salud mental.

Muchas ciencias, en las últimas décadas, han visto atacados sus fundamentos a partir de la llamada posmodernidad, en la que conviven teorías que ya estaban establecidas con otras nuevas, más o menos en pie de igualdad. Desde ese punto de vista se han debilitado muchas formas de explicar la historia y las sociedades. La psicología parece haber resistido, por lo menos en la circulación de escritos académicos, en su explicación de cómo se constituye el sujeto. ¿Esto es así? Si es así, ¿es porque se han olvidado de atacarla, o porque tiene otros fundamentos, otro sustento?

La pregunta me parece muy interesante. La psicología aparece como una disciplina que ha mostrado una enorme plasticidad y versatilidad de abordajes para el estudio del psiquismo, para el estudio cognitivo, para el estudio de los afectos, y esa amplitud ha sido una de las principales fortalezas.

En los últimos años he insistido en que lo peor que le puede pasar a la disciplina es ser cómplice de un cierto psicologismo, porque en este contexto de caída de paradigmas -donde aún no desconociendo la existencia de estamentos o clases sociales aparece toda una serie de categorías que conviven con eso, que le quitan centralidad-, me parece que uno de los peligros es un cierto discurso muy liviano que psicologiza la vida social. La Facultad de Psicología y los psicólogos tenemos que tomar distancia de esos planteos. Cualquier planteo simplificador que pretenda explicar las relaciones sociales en parámetros psicológicos, desde mi punto de vista no sería más que una torpeza.

Yo insisto en que las librerías de los aeropuertos están llenas de innumerables volúmenes de todo tipo de manuales emocionales, de autoayuda. Debemos cuidarnos seriamente de quedar adheridos a concepciones tan ligeras. No obstante, una de las teorías explicativas que se puede plantear respecto a esta capacidad de la psicología para participar de estos debates, es que ésta ha ido construyendo alternativas para sobreponerse a los dualismos, como por ejemplo mente y cuerpo, razón y afectos. La capacidad de construir teorías integradoras que superen estos dualismos me parece que ha sido una de las principales fortalezas.

Nosotros hemos participado con innumerables argumentos de una tradición muy crítica, en el campo de la salud, al modelo médico hegemónico, acerca de que se ha construido un paradigma en el cual lo biológico-médico orienta el abordaje y las prácticas en el campo de la salud. Deberíamos ayudar a sostener un paradigma complejo, que no le dé a la psicología como disciplina más que el lugar que tiene: una disciplina muy importante dentro de la comprensión del campo de la salud, de lo social, del desarrollo de los sujetos y los colectivos, pero que en ese nivel no puede explicar por sí sola practicamente nada.



No hay comentarios:

Publicar un comentario