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lunes, 14 de noviembre de 2011

El butiá, más allá del licor y el escudo de Rocha



En las IV Jornadas de Investigación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE-Udelar), se presentaron dos charlas sobre la relación entre los rochenses y los palmares de las zonas de Castillos y San Luis.

Dulces, café y forraje, corrales, quinchos y paredes. Licores, suelas de alpargatas, rellenos de colchones y artesanías, son solo algunos de los usos pasados y actuales del butiá, término popular que designa a la palmera Butia capitata. 

«Existe un vínculo indisoluble entre Castillos y los palmares desde la época indígena», dijo Néstor Rocha a la periodista Ana Pais de El Observador. Por algo, los lugareños se hacen llamar «butiaceros». 

Sin embargo, los usos de la palmera en general y del fruto en particular han ido variando desde aquellos pobladores de hace 5.000 años hasta hoy. 

Ecomarca 

«(Si) te duerme el suave rumor de palmares que evocan los siglos”, dice el himno a Rocha. Este particular ecosistema forma parte también del escudo departamental y la serie de flora autóctona de sellos nacionales, aparece en la música popular (por ejemplo, en Caña con butiá de Ochoa y Pereyra), en la literatura (a través de la poesía de Carlos Roxlo, entre otros), y en varios murales en Castillos. 

El antropólogo Juan Martín Dabezíes, otro de los expositores que lleva seis años estudiando el butiá, dijo que a estos usos se ha sumado el de «ecomarca». En el contexto de un Rocha promocionado como ecológico y natural, la palmera pasa a tener una función ornamental en la arquitectura, paisajismo y hasta en el logo de las empresas. 

Por ejemplo, la hoja de palma ya no se usa para quinchar, un viejo oficio que pretendía aprovechar una materia prima abundante. Ahora tiene un fin decorativo en boliches y cabañas, incluso con un sentido tropical. 

«Ha aumentado la venta de palmeras porque los rochenses dicen que quieren darle un toque tropical», sobre todo a las zonas costeras, explicó Dabezíes. Pero, aun en esta versión importada de balneario, continuó, los lugareños eligen el butiá o la palmera pindó para conservar el valor autóctono. 

De hecho, en un artículo que Dabezíes publicó en el tercer número de Trama, revista semestral de la Asociación Uruguaya de Antropología Social y Cultural, que también se presentó en las Jornadas de FHCE, indica que el valor simbólico de los palmares es «muy importante ya que hoy en día es la bandera de muchos discursos ambientalistas y patrimoniales de la zona». 

Made in Rocha 

Helados, salsas, bombones, galletitas y mermeladas son algunos de los productos que se elaboran en Rocha y que el LATU incluyó en una serie de seis libros publicados este año, bajo el título Frutos nativos: butiá. 

Sin embargo, estos no son los únicos alimentos elaborados en base a esta planta. Por ejemplo, Dabezíes menciona el “café de coco”, que se elabora extrayendo la “almendra” ubicada dentro del carozo del fruto. 

«Para la elaboración de este producto los frutos deben estar sin pulpa, por lo que los frutos más aptos son los que luego de caer al suelo son regurgitados por los animales, los cuales, a su vez, están dispuestos en conjuntos, lo que torna más fácil su recolección», explicó el también docente del Centro Universitario de la Región Este (CURE) de la Udelar. 

Este exótico método de elaboración le otorga un «aroma y sabor muy particular» a la bebida, contó Rocha, autor del libro Butiá. Y aunque en otras partes del mundo una taza del café Kopi Luwak, que es digerido por un mamífero llamado civeta de las palmeras, puede costar hasta US$ 100, el café de coco es poco conocido por fuera de Rocha. 

En el artículo, Dabezíes resalta que «este valor económico se debe a su valor comercial, el cual está íntimamente ligado a esta dimensión simbólica teñida de una estética medioambiental». 

Dabezíes y Rocha destacaron que ahora el peligro no está en la conservación del patrimonio cultural, sino del ecológico. Es que la ganadería y las arroceras están llevando a la extinción a los palmares y, con ello, a la identidad rochense.







Fuente: www.universidad.edu.uy

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